Huracán Irma, Ecología y Revolución
Por Carlos Amarilla
La devastación producida por el Huracán Irma y otros que
le están sucediendo, han puesto nuevamente en el centro de la atención pública
al problema del "cambio climático" y la crisis ecológica planetaria,
puede de profundizarse puede provocar la muerte de todo lo que habita dentro
del mundo que conocemos, impidiendo
cualquier posibilidad de cambio social progresivo, ya que dejaría de
existir la única clase que puede llegar a concretarlo, que es el proletariado.
En ese sentido, para “salvar al mundo” no se puede actuar
como proponen algunos “Evangelistas del Cambio Climático” - tanto de derecha
como de izquierda - que hacen propaganda del tema tratando de convencer a la
población mundial y a sus principales líderes acerca de la proximidad del
Apocalipsis, anunciándolo de manera impactante, pero sin ninguna posibilidad de
conseguir resultados favorables, salvo algunas medidas cosméticas implementadas
por los gobiernos.
Aunque sus intenciones puedan ser buenas, no resolverán
nada si la lucha contra la destrucción planetaria no es asumida por el
"sujeto social" capaz de revolucionar al mundo, la clase obrera, que
debe combinar esto con otras demandas elementales insatisfechas, como el
salario, el trabajo, la salud o la vivienda. Para eso, las consignas
“ecológicas” deben formar parte del programa de los revolucionarios que se
jueguen a conmover y movilizar al proletariado y sus aliados.
Los cambios urgentes solo ocurren a través de grandes
procesos revolucionarios, que explotan no porque el movimiento de masas alcance
una conciencia “científica” - a través de la cual llegaría a la conclusión de
que debe insurreccionarse para cambiar todo - sino debido a las profundas
reacciones que provocan entre los oprimidos las situaciones más extremas, como
crisis económicas, guerras y hambrunas. Las organizaciones revolucionarias no
tienen más que darle un cauce a estos procesos.
En esos momentos están volviendo a aparecer los
“soviets”, asambleas populares, coordinadoras, u otros organismos de “doble
poder”, a través de los cuales las clases subalternas tienen la posibilidad de
discutir democráticamente estas cuestiones y todas las que tiene que ver con su
calidad de vida, cada vez más deteriorada por el capitalismo en su época de decadencia
terminal. Allí hay que meter con fuerza las ideas anti capitalistas, única
manera de impedir que este sistema perverso termine destruyendo destruyan el
hogar de los hogares: el Planeta Tierra.
A diferencia de la visión formalista y esquemática, que está fuertemente
arraigada entre las organizaciones de la izquierda, la conciencia del cambio climático, como cualquier otra,
no germinará como el producto directo y necesario de fuertes campañas de
propagada - poniendo en pie un bloque contra hegemónico o contra cultural -
sino en el momento en que las masas comprendan que para conquistar sus reclamos
esenciales deberán preservar al medio ambiente, liquidando a los gobiernos
burgueses, que son sus principales destructores.
¡Hay que militar en función de esa perspectiva,
levantando las consignas que ayuden a desarrollarla y consolidarla, asumiendo
la necesidad de construir un programa con
consignas específicas que apunten hacia el Socialismo. Mientras no se produzcan estos fenómenos y no crezca
dentro del movimiento obrero una dirección revolucionaria coherente y
consecuente, por más apocalipsis que se declame, todo se resumirá a llamados de
emergencia que poco servirán para detener la tragedia.
Rojava, autoorganización y el primer
paso de la Revolución Ecológica
Estamos viviendo una etapa -
que comenzó con la caída y debilitamiento extremo del stalinismo mundial - en
la que se pueden construir conducciones nacionales e internacionales capaces de
asumir el Programa de la Revolución Socialista. A la debilidad extrema del Imperialismo se le
sumó la crisis de sus viejos aliados comunistas, que cuando contaron con
autoridad y legitimidad aplastaron la autoorganización obrera y popular, abortando
el desarrollo y la extensión de decenas de revoluciones en todo el mundo.
En el actual período el movimiento obrero y las clases
subalternas están recuperando la capacidad de auto determinarse que surgió
durante la Revolución de la Comuna de París y dio un salto con el Octubre
triunfante. Esta dinámica comenzó a materializarse en los procesos posteriores
a la Primavera Árabe, primero en Siria y luego en el Kurdistán Sirio o Rojava,
donde no por casualidad se tomaron como propias diferentes reivindicaciones
ecologistas.
La crisis de Lehman Brothers, la cuasi liquidación del
poderío stalinista y el ascenso obrero que explotó luego de estos fenómenos,
liquidó las teorías de los Fukuyama, que vislumbraban años y años de dominio
capitalista. Está renaciendo una consciencia anticapitalista muy acentuada, que
incluye la cuestión “ecológica”, aunque en ese marco buena parte de la izquierda todavía
forma parte de la retaguardia del proceso revolucionario inédito que recorre al
mundo.
A pesar de los límites de la “Revolución de Rojava” - su
dirección reformista es el principal - allí se instaló con fuerza el tema
ecológico, como arquitectónicamente lo expresa el Parlamento de los Cantones,
que está sostenido por cinco columnas, representativas de la “Igualdad de Género,
la Secularidad, la Auto Defensa, el Comunalismo y la Ecología Social”, que son
los principios del denominado “Confederalismo Democrático” promovido por el
PKK.
El líder del Partido de los Trabajadores Kurdos, Abdulla
Ocallan, escribió varios textos referidos al tema y, aunque abandonó el método
de análisis marxista, materialista y dialéctico - ubicando al PKK en el terreno de las
organizaciones que sostienen al Capitalismo con discursos combativos - tuvo y
tiene el mérito de haberle dado mucha importancia a la Ecología,
transformándola en una de las principales banderas de las guerrillas que
derrotaron a ISIS en Kobane y otras batallas.
No solo los guerrilleros de las YPG-YPJ están armados
ideológicamente con estas consignas, sino también los militantes y
simpatizantes del HDP turco - frente populista influenciado por el PKK y
organizaciones similares de Turquía - que han estado y continúan estando a la
cabeza de movilizaciones multitudinarias contra la construcción de grandes
represas y otros mega emprendimientos que destruyen el ecosistema del sureste
turco o Bakur, que es la zona de mayor concentración kurda del país.
Las organizaciones revolucionarias más consecuentes deben tomar como propios estos planteos,
asumiendo que cuando los tome en sus manos la clase obrera, serán como
"misiles" que golpearán a la rentabilidad y los intereses más
nefastos de las grandes corporaciones. Los monopolios imperialistas - para
seguir lucrando - no les alcanza con explotar obreros, ¡Necesitan profundizar
la destrucción de las fuerzas productivas mediante prácticas nefastas como la
megaminería, el fracking, la sojización, la destrucción de bosques, mares,
ríos, lagos y selvas naturales!
Acabar con el Capitalismo y enterrar a los destructores
del medio ambiente
Trump expresa esta perspectiva, ya que asumió repudiando
el “Protocolo de Kioto” y otros pactos que frenan - parcial y limitadamente -
la emanación de gases tóxicos y otros efectos tóxicos producidos por las
grandes empresas. Para él y la mayoría de los capitalistas lo importante no es
mantener limpio al planeta, sino ganar dinero aunque se destruya todo. Esta no
es una concepción limitada a prácticas de la “ultra derecha” capitalista, sino
que involucra a todos sus representantes, incluso los “progresistas”,
"nacionales y populares" o "bolivarianos".
Tal es el caso de Evo Morales, que se apresta a avanzar
con el plan de construcción de una carretera que cruzará por encima del parque
nacional Tipnis, afectando de manera directa al eco sistema y la calidad de
vida de los pueblos originarios que él y su gobierno dicen defender y
representar. Lo mismo sucedió y sucede con los Correa, Chávez y Maduro, que
entregaron o entregan los recursos naturales a las petroleras y mega mineras
que destruyen la selva del norte del continente.
Ni qué hablar de “Pepe” Mujica, que como agente de las
multinacionales pasteras nórdicas, colaboró como nadie en la tarea de
contaminar una de los principales acuíferos del mundo; o Néstor, Cristina, Lula
y Dilma, que desde sus gobiernos facilitaron y promovieron el proceso de
“sojización” e implementación de la minería a "cielo abierto",
matando y enfermando a cientos de pobladores con los productos químicos de
Monsanto o Bayer o el cianuro de la Barrick Gold.
En este contexto, la Argentina es uno de los países de
vanguardia en la lucha ecológica, ya que a la pelea que están dando diferentes
comunidades de Córdoba, La Rioja, Catamarca o San Juan, se le suma el hecho de
que esos enfrentamientos se discuten y resuelven a través de Asambleas
Populares o "Ambientales", que de contenido son muy parecidas a las
que aparecieron en los procesos revolucionarios más avanzados luego del
estallido de la Primavera Árabe.
Estos órganos de discusión y decisión democráticos deben
coordinar y unificarse con los que surjan en las fábricas, oficinas, escuelas y
empresas, incorporando en la pelea conjunta a las consignas
"ecológicas". Su avance y consolidación dará lugar a la existencia de
un novedoso parlamento popular, que será el pilar democrático del gobierno
obrero y popular que encarará la construcción del Socialismo sobre bases
humanitarias, feministas y ecologistas consecuentes.
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